El Profesor Montoya pertenece a ese reducido
cupo de estudiosos del Derecho que merecen la consideración de Jurista. Con
todos las letras. Ahora especialmente que el empleo del término ha perdido
parte de su valor adquiere mayor relevancia su figura y su obra.
Inspector de Trabajo en excedencia,
Catedrático desde diciembre de 1969, primero en la Universidad de Murcia y posteriormente
en la Complutense.
Catedrático emérito, Doctor Honoris causa, autor
de una inmensa obra jurídica en cantidad y calidad… Monografías, artículos,
ensayos jurídicos de todo tipo…, Director de la Revista Española de Derecho del
Trabajo, Miembro de la Academia de Legislación y Jurisprudencia, Coordinador de
la prestigiosa colección de comentarios a las Sentencias del Tribunal Constitucional,
Decano En Murcia, Director del Departamento en Madrid, y autor de, seguramente,
uno de los manuales jurídicos más importantes, y, desde luego, el mejor manual
de Derecho del Trabajo existente en el mercado editorial, ya por la 31 ed. en
la editorial Tecnos.
Cabe destacar, a mi juicio, para quien
pretenda acercarse a su obra por primera vez –alguno de los alumnos aquí
presentes- su temprana monografía sobre el Poder
de Dirección del Empresario, y su obra ya de plena madurez intelectual La buena fe en el contrato de trabajo. Entre
ellas median tres decenios de conferencias, Congresos, Ponencias, Tesis
Doctorales como Director o Tribunal, vida académica y profesional en fin
reconocida como excelsa por todos los estudios del Derecho del Trabajo, académicos
o forenses, sin distinción.
A nivel más personal y para aquellos que
busquen otros cosas más allá de la mera ciencia jurídica recomiendo su ensayo
sobre El trabajo en la literatura y el
arte. Un trabajo que analiza el cuento de William Faulkner Ninpholepsia merece respeto, mucho
respeto intelectual.
Es una persona muy cercana, muy afable, y con
un inteligentísimo sentido del humor. Muy apreciada y querida por esta Cátedra.
Tanto por su Titular, el Profesor Cardenal Carro, como por sus alumnos más
directos, Javier Hierro, y por los componentes del área entre los que me
incluyo. Todos en más de una ocasión hemos encontrado en él además de un
referente científico un referente académico.
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